14 ago 2011

Ay, churry, cuánto te quiero!

¿Quién no ha sufrido alguna vez un ataque de amor y devoción por su pareja? Cuando conoces a esa persona ideal con la que piensas pasar toda tu vida, estás dispuesto a darle hasta la sangre... 

No es nada nuevo, nos convertimos en fieles seguidores de nuestro compañer@ y hacemos lo que haga falta para que se sienta bien. Hay varios ejemplos que vienen a corroborar esta teoría.

Cuando quedan para ir al cine y llegan a la taquilla, lo más normal (sólo al principio, salvo alguna que otra excepción ;-]) es que la chica sea la primera que ceda y deje elegir al chico. Así que acaba padeciendo películas rudas y supermachotas (Predator, A Todo Gas, La Roca, Alien, Jungla de Cristal, Terminator...). De ahí que ésto no dure, y pronto se pase a un estilo intermedio (Harry Poter, Toy Story 3, El Señor de los Anillos, Los Otros, El Código Da Vinci...) hasta que, sin darse cuenta, el chico es el que cede y termina en el terreno de la chica (Titanic, 3MSC, 27 Vestidos, Los Puentes de Madison, La Boda de mi Mejor Amigo...), terreno del que ya no saldrá el incauto...

Otra cosa en la que solemos hacer el sacrificio es en las dietas. Normalmente ésto ocurre en parejas que ya viven juntos. Cuando la chica empieza con una dieta, lo primero que hace es concienciarse, para lo que es totalmente necesario y obligatorio pegar la dieta en la puerta del frigorífico con los imanes de la paellita y el recuerdo de Segovia. Cuando llega el chico y ve la señal, se echa las manos a la cabeza porque sabe que va a hacer dieta con ella SI O SI. Una clara demostración de amor: pasar hambre cuando tu chica quiere perder unos kilitos... Implica sacrificio físico, ojo, es para quitarse el sombrero (los bocatas de panceta y los helados los deja para cuando la chica se acuesta...)

También se demuestra el cariño en la intimidad y remanso del dulce hogar... Ese sábado por la noche, viendo Titanic por tercera vez (la vieron en el cine, la alquilaron y al final la compraron, claro). A la hora y media de película a media luz, cuando llega el momento más importante, los protas se meten en el famoso coche lleno de vaho y la mano casi revienta el cristal...  La situación puede resumirse en:

Ella: "Vale, ahora viene lo bueno. Él tiene que estar en una nube superromántica, como yo!! Ay, qué emoción!! Ahora me giro, nos miraremos fíjamente a los ojos y nos fundiremos en una locura de amor de la que no saldremos en toda la noche... acabaremos la noche con los mejores fuegos artificiales del mundo..."

Él: ZZZZZzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz............................

Efectivamente, el chico llevaba una hora soñando con Vin Diesel conduciendo a toda pastilla... Inevitable, ya lo sé, pero estaba en silencio y al lado de la chica, viendo una película de 3 horas y media por tercera vez y sabiendo que la cinta ya estaba en casa para no irse nunca... Eso no es amor, chicas, es pura devoción...

En fin, hay muchos más ejemplos, pero si he encontrado a alguien que ha sabido plasmar éste sentimiento en todo su esplendor ha sido Berto y The Border Boys, con su maravilloso tema "Me lo Tiro". Sin palabras, señores, es un amén generalizado...

Juas, juas, juas!!!!!


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